Cuando Lionel Scaloni llegó a la dirección técnica de la Selección, lo hizo con el statuts de “interino”. El presente de Argentina motivaba al “no” más que al “sí” a quienes eran los elegidos para hacerse cargo del equipo que venía de un Mundial decepcionante por resultado y juego en Rusia 2018.
El santafesino fue el sucesor de Jorge Sampaoli y llegó sólo con la chapa de ex integrante de su cuerpo técnico. Y en sus comienzos dirigió a la Selección en seis amistosos.
Con la confirmada ausencia del capitán Lionel Messi, Scaloni debutó en la selección mayor en septiembre de ese año durante una gira por Estados Unidos con partidos ante Guatemala (3-0) y Colombia (0-0). En octubre, enfrentó a Iraq (4-0) en Riad y disputó el clásico ante Brasil (0-1) en Yeddah, que significó la primera derrota del ciclo.
La última fecha FIFA de 2018 fue en Argentina entre el 16 y 20 de noviembre: los amistosos contra México, en Córdoba y en Mendoza, que terminaron 2-0 para Argentina. Así, Scaloni fue confirmado como DT con un historial de cuatro victorias, un empate y una derrota, con 11 goles a favor y sólo uno en contra.
En ese noviembre de hace seis años atrás, la decisión de darle el cargo hasta por lo menos la Copa América 2019 que tomó Claudio Tapia, presidente de la AFA, desató una avalancha de comentarios por lo bajo y mucha mirada hacia el piso.
Su currículum en el imaginario futbolístico era carente de la experiencia necesaria para asumir en un equipo como Argentina. Scaloni, a diferencia de los 35 directores técnicos que estuvieron antes de él, era el único que había llegado al seleccionado sin ningún tipo de antecedente. Ni siquiera había dirigido en una liga de barrio.
Con apenas 40 años su probable pericia, hoy confirmada por los éxitos, se basaba en su pasado como futbolista en Newell's Old Boys, Estudiantes de La Plata, Deportivo La Coruña, West Ham de Inglaterra, Racing de Santander, Lazio y Atalanta de Italia y Mallorca. Si Tapia percibió algo extra en él debe haber sido durante el Mundial de Rusia. Luego de varios rumores de entredichos entre el cuerpo técnico y los jugadores en esa cita, fue Scaloni quien estuvo más cerca de los futbolistas y empezó a ser muy respetado por ellos.
Con ese dato de la nula experiencia como DT, la designación de Scaloni ya irrumpía como algo que era inédito en el fútbol argentino. Un buen ejemplo de lo que hace unas semanas destacó Claudio Borghi, campeón mundial en México 1986. “Bichi”, con pasos por Colo Colo, Independiente, Argentinos, Boca Juniors, la Selección de Chile y Liga de Quito de Ecuador, percibió el “efecto Scaloni” de un modo particular. “Me van a odiar... Scaloni es argentino pero no parece argentino. Es el resumen que yo hago: no es canchero, no usa aritos, no usa palabras raras. Lo veo un tipo, como un gringo, un gringo de campo. Nunca lo vi cancherear con una declaración fuera de lugar”, lanzó.
El estereotipo que estableció Borghi sí puede ser que lo haya llevado a algún éxito; pero el de Scaloni, raro para lo que se venía experimentando, llevó a mucho más. Su propuesta también está al margen de situaciones convulsionantes o episodios de frustración extrema como aquel de 2016 cuando Messi renunció a la Selección tras perder la final de la Copa América Centenario.
La esencia de la Scaloneta (un detalle simbólico al fin, pero fuerte ya que nunca antes la Selección tuvo un apodo y menos vinculado al nombre del DT) se caracteriza por un orden que antes no se experimentaba. Y, si se lo conseguía, no perduraba.
El propio Scaloni reconoció pocas horas atrás que de un comienzo complicado en donde debía encantar no sólo a los jugadores sino también a los simpatizantes, el camino está muy lejos de ser más fácil. Pero la diferencia está en que ahora el protagonismo y el rumbo del fútbol en el planeta lo tienen ellos. El seleccionado al que hay que ganarle es a Argentina, al campeón del mundo. “La vara está muy alta y todo cuesta el doble. Todos pensaban que iba a ser un camino de rosas, muy fácil”, remarcó el DT.
Si hay parámetros elevados, es porque el equipo los va estableciendo y el mundo así lo entiende. Y lo más trascendental es que los protagonistas también son conscientes de ello. Hay una madurez al asumir la responsabilidad. Ese “la vara está muy alta” ya lo había expresado Scaloni, pero el contexto era totalmente diferente. En aquella ocasión, pese a vencer a Brasil en el Maracaná por las Eliminatorias en 2023, el DT estaba abrumado por la presión y tras esa frase dijo: “está complicado seguir”. Las deducciones sobre una posible renuncia generaron alarma que luego de un descanso y de charlas con los dirigentes para consensuar los pasos a seguir según sus pedidos, se disiparon totalmente.
Volvió a utilizar esas palabras, pero con una carga emocional distinta porque es el que mueve esa vara. El objeto de estudio para los cuerpos técnicos son los dispositivos que aplica Scaloni, que en sólo seis partidos desde que es DT fueron desactivados. En 2018, Argentina perdió contra Brasil (1-0) en un amistoso de octubre; contra Venezuela (3-1) en marzo de 2019, ante Colombia en junio por la Copa América (2-0) y en julio frente a Brasil (2-0). La alarmante derrota ante Arabia en el Mundial de Qatar (2-0) llegó en noviembre de 2022 y la más reciente fue el año pasado ante Uruguay (2-0), también por Eliminatorias mundialistas. “Esto es para estar orgullosos. Es dificilísimo llegar a otra final. Sobre todo por cómo venimos, con los halagos, el éxito... Todo cuesta el doble. Por eso es una sensación de felicidad y preocupación. Que se entienda bien porque todo cuesta mucho más”, insistió.
El santafesino y su campaña al frente de la Selección generan admiración y esos halagos a los que hace referencia. Luis de la Fuente, DT de España que jugará la final de la Eurocopa también el domingo como la Scaloneta dirimirá el trofeo de la Copa América, fue su profesor en el curso de técnicos que hizo en 2017. “De alumno, ya Lionel tiene poco. Es un auténtico maestro, es un grande. Ha demostrado una preparación y un dominio de su trabajo y profesión excepcional”, reconoció De la Fuente, campeón con la “Furia” en la Liga de Naciones 2023.
Los cuestionamientos en sus inicios por no tener experiencia, están enterrados. Los puntos que se pueden llegar a objetar, tienen soluciones que se materializan en que el equipo no pierde. La Scaloneta estableció una era no sólo para el fútbol argentino, sino para el mundial también. Desde 2018, las conquistas de la Copa América 2021 contra Brasil, la Finalissima ante Italia y el Mundial de Qatar 2022 con el infartante triunfo ante Francia marcaron un antes y un después.
Scaloni comandó al equipo en 75 partidos y el rendimiento es de 56 triunfos, 13 empates y tan solo seis caídas. Argentina marcó 158 goles y sólo recibió 46. El invicto de 36 partidos entre 2019 y 2022 será una de las perlitas que al resto de los procesos les será muy difícil de igualar.
“Me gustaría que el legado siga, que el que venga después, no sé cuándo será, continúe este camino. El futbolista argentino se va a brindar de esta manera. Hay que poner el auto en la autopista y que algunas veces ayude la suerte. Eso es casi prioritario”, afirmó el entrenador. ¿Y ese legado será fácil de replicar? “Con estos jugadores y los que vengan, el camino puede estar bien”, estimó el líder de la Scaloneta.